Educación en Colombia: Monstruo de mil cabezas

28.07.2020

Los colombianos deben dejar de ser simples observadores que permanecen inertes ante el derrumbamiento silencioso y progresivo de valores en la educación, que está siendo carcomido por la corrupción.

Por: Luis A. Vanegas Espinosa

Hablar de educación en Colombia, remite a pensar en el nivel de responsabilidad del Estado frente a la calidad de educación y el impacto ante la sociedad, la vida pública y privada; así como en el desarrollo personal y emocional de los ciudadanos, pues de una educación adecuada y de calidad es que depende el futuro y crecimiento de una gran Nación.

Debemos iniciar por remontarnos a la historia de la educación, a Atenas del siglo V a.c. y entender su esencia, que nace con los pensadores a los que denominaron  «sofistas», profesionales de la inteligencia, que sabían cómo enseñar y cómo servirse de la educación. No eran sabios, no eran grandes filósofos, pero tenían conocimientos y eran maestros del pensamiento y de la palabra, su especialidad era el saber. Aprendieron a enseñarlo a hombres de la época como: Pitágoras, Gorgias, Pródico, Hipias, Trasimaco, Antifon, Critias (reconocidos por sus grandes aportes), y a otros no menos importantes como Eutidiano y Dionidosero, (siendo el primero quien dio el título al dialogo de Platón), aunque menos filósofos que los primeros, éstos fueron innovadores y celebres de su época.

Esta generación de hombres, fueron quienes sembraron los orígenes de la educación que posteriormente se irradió al mundo y que ha trascendido a través de la historia y los siglos hasta hoy. La primera formación estaba dirigida hacia los niños y estaba a cargo de quienes los entrenaban en los diferentes deportes, es así que la literatura nos habla de la importancia que tenía la cultura física para los atenienses que estaba a cargo de quienes denominaban Paidotribes  «el que entrena a los niños».

Otro tipo de maestro de esta época era el "Citarista" llamado así por considerarse el «maestro de música por un instrumento de música de la época», una educación extendida a los niños que aprendían aspectos de música, canto y baile; era una actividad propia de los niños de la aristocracia de la época. Se tenía muy en cuenta en ésta enseñanza, la aplicación de la disciplina, la armonía, y sobre todo de los aspectos morales que permitían que fluyeran los dos anteriores tipos de enseñanzas.

Ya en el siglo IV a.c., Platón basaba la educación de los guardianes de su ciudad ideal en la música y la gimnasia, pues insistía en la importancia, sentido y vitalidad de la educación. También culpó a las libertades que se introdujeron en la educación de la música, de la decadencia de Atenas que poco a poco se fue sumiendo en la anarquía. Más, sin embargo, si existió una formación intelectual para niños y estaba a cargo de quienes denominaban Gammatistes o  «maestro de escuela» es decir «el que enseñaba a leer y escribir».

Para la época del siglo V a.c., con éstas tres clases de maestros se tenía una formación impartida en verdaderas escuelas y con una nutrida asistencia de niños. Además del ejercicio físico, de la literatura y de la escritura, se buscaba que en la música se desarrollara una fuerte formación moral, que el conocimiento de los poetas diera inicio a la sabiduría moral o política, a conocer los seres y el mundo.

Ya en el dialogo de Platón podemos leer «cuando el maestro ve que los niños conocen de las letras los hace leer en clase» en espacios amoblados con hileras de bancos, les hacían aprender versos de grandes poetas, les hacían aprender de memoria sus obras llenas de buenos consejos, de digresiones y elogios que exaltaban a los grandes héroes de esa Patria naciente, a fin de que el niño impulsado por la emulación los imitara y buscara parecerse a ellos. Sin duda los niños y los jóvenes de esa época aprendían de: buenas costumbres, del ejemplo, de la moral, del respeto, de las tradiciones, del amor patrio, del sentido de nación y de esfuerzo por ver crecer la flamante democracia.

Desafortunadamente, vemos como hoy en Colombia la educación está en una completa decadencia: pues desde mediados de los años 80 en el gobierno del presidente Belisario Betancourt, se ferió la educación colombiana, promovida por intereses politiqueros e ideológicos bajo el pretexto de un nivel de educación de los colombianos muy por debajo de los estándares de América, aprovechando así, la incertidumbre generada para modificar el  «pensum académico», excluyendo aquellas materias que permitían proyectar una nación que aunque rica en diversidad, también estaba llena de esos principios y valores de los que tanto se recalca en este escrito.

Permitir que poco a poco se hayan ido perdiendo las buenas costumbres y valores desde las aulas de los colegios y escuelas, con una educación sesgada a niños y jóvenes, se ha configurado en un delito de los que no se ha plasmado en el código penal porque no ha generado supuestamente manchas de sangre, pero con el que ya desde hace varios años se ha herido gravemente y en silencio la democracia, esa que se basaba desde sus inicios en esos principios, valores, buenas costumbres y disciplina que hoy los ciudadanos mayores de 40 años extrañan y reclaman, ciudadanos que aún creen en el respeto por la palabra empeñada, aquellos con sueños de generosidad, pensamientos altruistas y ansías de ver la grandeza de una Nación prospera y respetuosa.

La educación en Colombia hasta los años 80 estuvo revestida por la majestad que le daba las materias de: ética y urbanidad, así como la proyección desde los hogares de la disciplina y el respeto hacia el prójimo, la propiedad privada e incluso a la vida, traduciéndose en mejores seres humanos y mejores ciudadanos. El que debiera ser el activo más preciado para el país «la educción», fue feriada como el botín de guerra a una corriente ideológica por personas carentes de escrúpulos y de responsabilidad para con la Patria y la historia, que sin el más mínimo sentido de pertenencia y de moral, se han regido por sus ansias de poder haciendo que un ente como Fecode (Federación Colombiana de Educadores), que no es más que una agrupación sindical (de filosofía marxista leninista) que agrupa los sindicatos departamentales y distritales de maestros de Colombia, poco a poco venga destruyendo ese legado que se requiere para forjar una sociedad con verdaderos valores y principios éticos.

Hoy, las nuevas generaciones de ciudadanos parecen desconocer los más elementales cimientos básicos que ha de tener cualquier sociedad para preservar la identidad nacional, como, por ejemplo, conocer cuántas estrofas tiene nuestro himno nacional y cantarlas, el significado de nuestro escudo nacional o qué representan los colores de nuestra bandera. Algo que realmente enorgullecía a esos que las nuevas generaciones despectivamente llaman viejos; hoy se discute sin cesar por los derechos de los niños, el libre desarrollo de la personalidad, pero olvidan los derechos de esos viejos.

Fecode fundada en 1959 y reconocida en 1962 por el Ministerio de Protección Social, cuyo fin es gremial (como claramente lo expresan sus directivas), y que permanentemente exponen sus acciones de reivindicación por sus agremiados en contra de las políticas de los gobiernos contra los intereses de los trabajadores, más no es su fin supremo la educación de calidad; todo lo contrario, su fin es la manipulación y el engaño con educación mediocre.

Sin duda el afán desenfrenado, desaforado y mercantilista de la globalización, ayudado de las acciones de Fecode, el desinterés y la precaria importancia que han mostrado los gobiernos de turno a lo largo de estos años, han permitido y facilitado el resquebrajamiento moral y ético en el que hoy se debate la Nación, sin olvidar que todo hace parte de una maquiavélica estrategia perfectamente concebida y planeada, que solo busca el debilitamiento moral para fracturar la institucionalidad y gobernabilidad del estado democrático más sólido en la región.

En el afán desmesurado por trasbordar las mentes de las nuevas generaciones, Fecode ha preparado sistemáticamente y sin escrúpulos, desde el magisterio y con anuencia de ONGs y de otras entidades, la estrategia de antivalores y antiética, que ha ido consumiendo esta sociedad, que ha involucionado en la indecencia, el despotismo, la violencia y el salvajismo que caracterizaba a los seres primitivos y que para sobrevivir como especie, requirieron de disciplina de obediencia, de orden y de respeto, como lo manifestara Juan Bautista Vico filosofo contemporáneo con Juan Jacobo Rosseau.

Desconocer que la esencia de una nación radica en la formación de valores ,la disciplina ciudadana, el respeto y que se fundamenta en la educación de excelencia llena de principios, virtudes , de amor por su historia por sus héroes, de su sacrificio, de ese que permitió dar origen y creación a esta república, con ciudadanos que comprendían que el trabajo, el esfuerzo y el tesón estaban forjando una gran Patria que esto dignificaría su existencia; sin embargo esa característica pareciera que hubiese sido borrada de nuestro ADN nacional y que solo en los oscuros rincones del cerebro de muchos jóvenes, solo reposa y retumba las palabras rumba, baile, inmadurez e irresponsabilidad, falta de juicio, irrespeto en todas sus formas y hacia todo lo que representa orden y autoridad.

Hoy en el país urge rescatar y redireccionar la grandeza de la república, no se puede permitir que la arrogancia con las que las entidades responsables de la educación sigan haciendo lo que quieran para su beneficio olvidando que están para beneficiar y servir, brindando una educación de excelencia, la cual debe caracterizarse por la buena enseñanza y la calidad de la docencia, sin sesgos ni manipulaciones. Lo anterior, debido a que están dedicados a hacer lo que quieran a su antojo y sin el más mínimo reparo a la luz del gobierno de turno, que se equivoca al pensar que la estabilidad de un estado surge de la estabilidad económica y no de la educación en todos los niveles.

Dolorosa realidad que refleja esta sociedad, como también lo es el confundir la libertad con el libertinaje, escudándose en las luchas de clases, en las nuevas culturas y las contraculturas, en los modernismos y en la igualdad de derechos, en el feminismo sin sentido. Hoy en la sociedad no se distinguen cuantos géneros de seres humanos hay, no se respeta la propiedad privada, se confunde vulgarismos con vulgaridad, y lo peor: se le hace el juego a aquellos que solo buscan sembrar el odio entre ciudadanos como parte de esa estrategia maléfica, incitando y agrediendo la fuerza pública. Hoy no se enseña ni se profundiza en conocer de nuestro país, se ha perdido el valor moral de formar parte de una familia, del trasegar por la vida, incluso ya se perdió el valor y el temor hasta de la misma muerte.

Si existiera una verdadera acción integral de parte del estado, acompañada de una cuidadosa planificación conjunta, donde se priorizaran las regiones más apartadas y desprotegidas, Colombia no hubiese tenido que vivir tantas tragedias y lutos en las familias, quizás ese odio sanguinario entre autodefensas (mal llamados paramilitares) y guerrillas a lo largo de estos años, sea el producto de esa educación sesgada y manipulada que solo se alimentó del abandono del estado en los rincones más apartados de nuestra geografía. La educación que ha venido siendo manipulada por Fecode, con docentes poco preparados y con marcados sesgos ideológicos marcados como la comunista, que solo busca el totalitarismo y la anarquía destruyendo economías y mentes; y que finalmente configura a esa agremiación como un monstruo de mil cabezas, que ha aportado en gran parte a las tragedias y penurias de esta Nación, que se debate entre el horror y la indiferencia.

El comunismo es un cáncer que destruye sociedades pues desde sus comienzos han tenido un fin único como lo manifestara en su momento Vladimir Lenin: "Usaremos a los idiotas útiles en el frente de batalla, incitaremos el odio de clases. Destruiremos todas sus bases morales, arrasaremos con las virtudes y los principios, haremos sucumbir la familia y comerán las migajas que caerán de nuestras mesas y el estado será dios.» Podemos ver como se ha buscado desde la manipulación de la educación acabar con la grandeza de una Nación y no estamos ajenos a esta terrible amenaza.

Carente el país de una verdadera política de estado respecto a una educación que permita proyectar una nación con valores, respeto y un sentido de pertenencia por sus instituciones y sus ciudadanos, se hace entonces necesario que con el liderazgo del gobierno, se logre recuperar el rumbo del verdadero conocimiento , de la verdadera educación y por sobre todo recuperar que los que enseñan sean seres humanos íntegros es decir con un vasto bagaje de conocimientos y de valores morales y espirituales.

La restauración de los valores individuales y colectivos en una sociedad, surgen de innumerables acciones que contribuyen a la formación de un ser humano integro, ¿qué hacer entonces en un país donde instituciones como Fecode desafía los verdaderos lineamientos que deben llevar a una educación digna y con principios? Lamentablemente, como en esa época oscura del narcotráfico, Fecode, a través de la izquierda, se ha ido enquistando en las altas esferas de la política y de las instituciones, incluso algunos medios de comunicación lo acolitan, olvidando la objetividad y desconociendo el derecho a una buena educación por la cual debe estar vigilantes y atentos.

Es hora de que los colombianos, no solo se inquieten, sino que realmente sientan una profunda preocupación y una amenaza verdadera, que se cierne sobre el futuro de este país, las consecuencias morales ya se están viendo reflejadas con actitudes anarquistas, propiciando marchas y desordenes que solo tienen un fin concreto, que está dirigido a la desestabilización de la institucionalidad y del estado; es hora de reaccionar con la contundencia que demanda tal riesgo al que estamos expuestos como nación, como sociedad y como familias.

Si es cierto ¡llegó la hora de repensar y de retomar el lema de: "principios y valores sino has de sufrir quejambres y dolores, nación desvergonzada" tal vez sea hora de preguntar a los docentes como parte de un verdadero credo sagrado ¿te comprometes tú docente a impartir educación de calidad, a formar ciudadanos, decentes, honestos, honrados, te comprometes con tu nación y con las futuras generaciones para que sean respetuosas de las normas y las leyes, te comprometes a no instigar a niños y jóvenes con sesgos ideológicos por el bien de la nación y de su democracia?. Tal vez éste también debiese ser el compromiso ciudadano y del Estado para que un adefesio como Fecode no trascienda en la historia como el monstruo de mil cabezas.

Quizás esta pandemia que hoy agobia al mundo en medio de tanta tragedia tenga algo de positivo: hoy muchas familias se congregan y comparten más, pese a las alteraciones y disgustos. No obstante, se tiene la oportunidad histórica de recuperar los valores y el capital de la cultura familiar. Se creía que con colegios y escuelas cerradas se reduciría ese esquema toxico y manipulador de los tentáculos de Fecode, pero pese a esto, se persiste en su campaña con docentes que utilizan las redes sociales para seguir manipulando niños y jóvenes de una forma ruin y baja que dista mucho de lo que es un verdadero maestro.

Ante la crítica valedera y permanente de padres de familia por la mediocridad en la calidad de la educación que es trasmitida a los hijos por docentes y paga por el estado, es oportuno recordar que ese pago se hace con nuestros impuestos y se debe hacer un reclamo contundente al estado, de ahí la oportunidad histórica de la reestructuración profunda que desde el Ministerio de Educación debe hacerse a Fecode, y a cuanta organización y/o entidad esté manoseando la educación de esa forma tan desvergonzada.

Si bien es cierto hoy las plataformas educativas toman gran relevancia para impartir una buena enseñanza no podemos perder de vista la realidad ni la objetividad que demanda éste tema tan delicado, los avances tecnológicos permiten estos progresos, pero los cuestionamientos son más que justificados, esa realidad lo afirma, el riesgo es latente y cada vez debiera causar mayor preocupación.

Colombianos este llamado es a todo un pueblo es el clamor de sus hijos, se requiere una entidad que en verdad transmita a través de sus docentes principios y verdaderos valores que sea trasparente en su actuar, que lidere con el ejemplo, pues de ello depende esa grandeza, de la contundencia de éste gobierno para tomar acciones serias ante esta incertidumbre en que nos mantiene una educación. Depende recomponer esta sociedad agobiada por la corrupción y el delito, esta oportunidad debe ser aprovechada en espacio y en tiempo, pues la historia sin duda nos ha de juzgar, por lo que hagamos o dejemos de hacer.

Por eso hoy más que nunca tristemente debemos recordar lo que alguna vez dijo Karl Marx:    «Dejad que los burgueses aprendan a leer y a escribir que nosotros (los ideólogos comunistas) les daremos que leer y que escribir».

Oscar Rojas - CP-CPM
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